miércoles, 11 de julio de 2007

el secreto de su perfección

El barniz. Durante muchos años se ha achacado la excelencia de calidad en los instrumentos del luthier cremonés a la composición del barniz (aún hoy desconocida) con la que el genio lacaba sus creaciones.
El Dr. Joseph Nagyvary, un químico húngaro, que se formó con los Premios Nobel Paul Karrer (Suiza) y Alexander Todd (Gran Bretaña) antes de su traslado a Estados Unidos, donde, desde 1968 es catedrático de Bioquímica y Biofísica en la Universidad de Texas, se interesó por los violines en su juventud, en Zurich, cuando hacía sus primeras prácticas en un violín que había pertenecido a Albert Einstein.
Sus conclusiones sobre los estudios realizados, las ha expuesto en diversas publicaciones y en 120 conferencias auspiciadas por la American Chemical Society. La observación inicial fue la de los terribles efectos de las termitas sobre muebles e instrumentos musicales en el Norte de Italia mientras que los Stradivarius no solían sufrir estos daños. Ello le llevó a la búsqueda de las posibles sustancias insecticidas usadas en el pasado con efectos acústicos, lo que le condujo a: 1) el bórax, insecticida, polimerizante y endurecedor de la madera lo que produce que el sonido sea más brillante; 2) fungicidas como la resina gomosa de los árboles frutales; 3) polvo de vidrio triturado, usado como antitermita.
El secreto, para Nagyvary, radica en unos violines perfectamente construidos, usando maderas con un tratamiento previo prolongado remojante que facilita la apertura de sus poros y, de forma fundamental, en el tratamiento final de la madera con una mezcla equilibrada y adecuada de las tres sustancias anteriormente citadas.
Nagyvary, está reproduciendo estos procedimientos para fabricar violines que comercializa y, como prueba de su acierto aduce que en diversas audiciones realizadas por especialistas y virtuosos, éstos no han logrado distinguir entre un violín stradivarius y un violín nagyvary. Una de las últimas pruebas ha sido la grabación de un CD comercial en el que la excelente violinista Zina Schiff usa uno u otro tipo de violín para interpretar, entre otras, piezas de Bach y Stravinsky. Cuando 20 especialistas escucharon el CD e intentaron distinguir el instrumento usado en cada caso, el porcentaje de fallos y aciertos fue similar, el 50%, es decir, el correspondiente al mero azar (Se puede encontrar muestras de estas grabaciones en http://www.nagyvaryviolins.com/).
Como modelo de las opiniones favorables a las ideas del profesor Nagyvary se puede citar la del Dr. Pavlath, presidente de la American Chemical Society (ACS): Él ha sido el pionero del paradigma químico en la manufactura de violines. Muchos de nosotros hemos sido persuadidos por él de que el Santo Grial de la manufactura de violines hay que hallarlo en la química de los materiales… Y el virtuoso violinista Isaac Stern opina: El conocimiento del Dr. Nagyvary sobre la calidad tonal de los grandes violines así como sobre sus métodos de construcción hace que su trabajo tenga hoy un valor especial para nosotros.
Sin embargo otros expertos rechazan esta teoría. Según ellos el análisis realizado sobre el barniz de los stradivarius ha mostrado que el barniz no es diferente al usado por muchos fabricantes de muebles de la épocas de Stradivari. Claire Barlow y sus compañeros de trabajo en la Universidad de Cambridge, por ejemplo, han usado la microscopía de electrones para identificar muchos de los ingredientes importantes del barniz, y los materiales que son usados para alisar la superficie antes de que el barniz sea aplicado. El resultado indica que podría haber sido fácilmente comprado en cualquier droguería cercana al taller de Stradivarius, sin que haya ningún indicio convincente para apoyar la idea de una fórmula secreta.
Además la fotografía ultravioleta ha revelado que muchos violines italianos han perdido casi todo su barniz original, y fueron barnizados de nuevo más tarde. La composición del barniz improbablemente será por lo tanto el secreto perdido hace mucho.

La sangre de dragón. Una de las explicaciones que se ha dado para explicar la sonoridad única, y unida a la teoría del barniz, es el componente secreto que llevaba este, traído desde el lejano Oriente y que se trataría de un producto desconocido de textura gomosa y un color rojizo lo que daría ese color a los intrumentos que, por aquella época, solían ser de color amarillento, siendo Stradivarius el primero en cambiarlo. Esta sustancia sería responsable de que la superficie del instrumento quedase, una vez seco, como la superficie de un cristal, lo que eliminaría las imperceptibles desviaciones sonoras producidas por las microscópicas imperfecciones en las tapas.

El tratamiento de la madera. El secreto de las extraordinarias propiedades acústicas de los famosos violines Stradivarius , creados por el artesano Stradivari, se debe al tratamiento químico que se aplicaba a la madera en la región de Cremona (Italia) en el siglo XVIII, según un estudio de investigadores de la Texas A&M University de Estados Unidos que se publica en la revista Nature.
Los investigadores analizaron la madera utilizada para confeccionar estos instrumentos y sus resultados revelaron que la madera de arce utilizada por estos artesanos del siglo XVIII podría haber sufrido un proceso químico para preservarla y aumentar la calidad de su sonido.
Los investigadores utilizaron espectroscopia de infrarrojos y resonancia magnética nuclear para analizar la materia orgánica en pequeñas virutas de madera que fueron tomadas del interior de cinco instrumentos antiguos durante su reparación.
Al comparar estas muestras con otras actuales de tonos de madera del centro y este de Europa, descubrieron evidencias de tratamientos químicos de los instrumentos creados por los maestros de la confección de violines que no se encontraban en aquellos realizados en París y Londres por sus colegas contemporáneos o en los instrumentos actuales de madera.
Los investigadores creen que estas diferencias originadas por la práctica regional de preservación de la madera fueron las que afectaron a las propiedades acústicas y mecánicas de los instrumentos. Los expertos consideran que conocer mejor la química de este proceso podría conducir a mejoras en la producción de los violines modernos.

La madera utilizada. Estudios recientes han llevado a pensar que el secreto de la sobresaliente sonoridad de los stradivari tiene su origen en la madera de la que están hechos.
Los investigadores piensan que, posiblemente por problemas económicos (los instrumentos de este fabricante no conocían los precios desorbitados actuales) Antonio Stradivari utilizó el maderamen de los numerosas galeras hundidos en la costa de Venecia para su elaboración.
Esta madera al llevar tanto tiempo sumergida, garantizaría, a juicio de los expertos, una pureza insuperable y al secarse un perfecto sellado de sus poros.
Sin embargo los detractores de esta teoría alegan que de ser cierta, no explicaría el motivo por el que otros luthiers, que presumiblemente utilizarían como Stradivari estas maderas, no consiguieron una calidad similar.

El clima. En la revista Dendrochronologia, en julio de 2003, Henri Grissino-Mayer, de la Universidad de Tennesee, experto en la determinación del tiempo mediante el estudio de los anillos de crecimiento de los troncos, y Lloyd Burckle, un climatólogo de la Universidad de Columbia, exponen una idea revolucionaria. Según estos autores, los luthiers de aquella época (siglo XIII) se beneficiaron de una madera de extraordinaria calidad producto de un crecimiento ralentizado de los árboles como consecuencia del llamado mínimo de Maunder.
Entre los años 1625 y 1720 se produjo en Europa lo que se ha dado en llamar la pequeña Edad de Hielo, un descenso generalizado de las temperaturas, con inviernos largos y veranos fríos, que Maunder atribuyó a una perturbación de la actividad solar. Ese descenso de las temperaturas se observa en los anillos de crecimiento arbóreo como una serie de anillos mucho más delgados de la media. Los árboles engrosaron menos, pero la madera tenía más densidad de lo habitual y esa mayor densidad explica el que hoy sean irreproducibles los instrumentos musicales construidos durante aquella época.
Creo que esto es de lo más interesante y me parece una observación válida, afirma Helen Hayes, presidenta de la Sociedad Violinística de América, en Nueva Cork.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto este artículo cientifico. Gracias